Ejercicio por la mañana


- Sexo en el coche, por la mañana y bajo la lluvia... -



La idea era llegar temprano al parque, ese día había poco tiempo, así que debía ser temprano. Sandra y yo llegamos en el coche antes de las 7am, listos para correr un poco antes de volver a casa. Pero el plan se nos arruino rápido, apenas habíamos salido del coche comenzó a llover, y rápidamente la lluvia cayo fuertísimo de un segundo a otro, justo tuvimos tiempo de regresar al auto y resguardarnos.

El agua era tanta que formó una cortina que no dejaba ver nada más allá de dos metros. Miré a Sandra y decidimos quedarnos allí y esperar a que bajara un poco la intensidad de la lluvia. Mientras platicábamos comenzábamos a sentir frío, así que nos pasamos al asiento de atrás y nos quedamos abrazados. Vimos como el estacionamiento donde nos encontrábamos se quedó solo... nos quedamos solos.


La situación nos dio ideas, nos provoco un morbo casi automático, los dos abrazados, dentro del coche, bajo la lluvia y totalmente solos, era imposible que no comenzaran los besos...

Y los besos comenzaron ya intensos, comenzaron con ganas, por eso antes de poder reaccionar, ya estábamos dándonos un recorrido salvaje con nuestras bocas. Entre los besos fuertes, las lamidas en el cuello o los mordiscos que nos pegábamos en los labios, nuestras manos instantáneamente se metieron bajo nuestras ropas. Las ropas de ejercicio eran ligeras, holgadas, nos daban fácil acceso y así lo aprovechamos. Las manos ya tocaban piel, ya rozaban sexos, y nosotros nos dejábamos ir a cada segundo, perdiendo cualquier preocupación, nadie nos veía, solo nos importaba devorarnos dentro de ese coche.

Baje el cierre de su chamarra y sin quitársela, subí su top deportivo, dejando sus pechos expuestos, mi boca dejo de lamer su cuello, para ir y lamer directamente sus pezones. Las lamidas eran fuertes, remarcaba cada pasada que le daba y le cruzaba los pezones de arriba a abajo en cada movimiento de mi cabeza. Ella no perdía el tiempo tampoco, y metiendo su mano bajo mis pants, se apoderó de mi pene, frotándolo con las mismas y alocadas ganas con las que yo le comía los senos, y así, sin sacarme el miembro de mis pantalones de ejercicio, me masturbó fuerte, me masturbó con furia, me hizo jadear, me hizo morderle los pezones y entonces compartimos jadeos que empañaron los cristales del coche en un segundo.


Te dije que no aguantaría mas con ese movimiento, mi erección me dolía y me palpitaba, desesperándome por dentro por no saber si dejarte seguir y eyacular en tu mano, o penetrarte ya mismo y dejar toda mi esencia dentro de ti. Tú respondiste por mí, y diciéndome "yo tampoco aguanto más", te levantaste un poco y bajaste tus pants hasta tus rodillas, los dejaste ahí y te sentaste en un solo movimiento, acomodándote mi palpitante miembro en la entrada de tu vagina. Tu mirada compartía la misma lujuria que la mía, y en un jadeo mutuo, diste dos movidas frotando la punta de mi sexo en los labios húmedos del tuyo... y te sentaste, penetrándote y haciéndonos gritar en una sensación morbosamente placentera.

No importaba cuanto gritáramos, afuera nadie nos escucharía pues el sonido de la tormenta era mucho mas fuerte, así que nos liberamos de todo razonamiento y no solo gritamos y jadeamos tan fuerte como nunca, sino que los movimientos eran prolongados, duros, casi exagerados. El coche entero se movía a nuestro ritmo, cualquiera que hubiera visto el coche sabría lo que pasaba dentro, pero nadie nos podía ver por la lluvia, y aunque nos miraran, realmente no nos importaba, solo nos importaba matarnos de placer, gemirnos en la cara el uno al otro, y solo callar nuestros gritos con un beso salvaje, lascivo y tan mojado como nuestros sexos chocando y encontrándose a punto de derretirse.

De pronto superamos nuestra propia resistencia, y apretando los ojos dejamos de escuchar sonidos, o de contar tiempos. Explotamos uno dentro del otro, haciéndonos perder el sentido por unos momentos, haciéndonos perder las fuerzas en un segundo, y dejándonos inundados de placer, de puro y delicioso placer.

Después de un par de minutos nos miramos y reímos como locos.
A fin de cuentas si habíamos hecho ejercicio esa mañana...