El día que tus imágenes no me provoquen masturbarme, no seré yo.
El día que mis dedos no se muevan inquietos por masturbarte, no seré yo.
El día que mi lengua no se derrita por abrirse paso hacía tu vagina, no seré yo.
Si un día mi sexo no se endurece por recordar cómo es estar dentro de ti, nada tendrá sentido.
Si un día mi boca no recuerda como la bañabas con los fluidos de tu entrepierna, nada tendrá razón.
Si un día mi piel no recuerda como era absorber tu sudor cuando caías rendida sobre mí después de tu orgasmo, todo perderá su sabor.
Si un día no recuerdo como era dormir con mi glande bien metido en tu vagina, esto no será vida.
Y afortunadamente esto no dejará de tener sentido, pues jamás olvidaré el sabor de tus orgasmos o la sensación de cada encuentro donde tú y yo nos destrozábamos en cualquier sitio donde tu sexo y el mío se mojaban solo con estar cerca.
Tu piel está grabada en la mía.
Mis orgasmos por siempre harán sonar tu nombre entre los gemidos y jadeos de mi boca.
Tu nombre, L.