Me encanta correr contigo en el parque. Me gusta ver tu ropa deportiva pegándose a tu cuerpo en cada movimiento, me gusta ver tu bien delineada figura corriendo y casi flotando en esa pista, me gusta tu cabello libre y dibujando figuras a merced del viento. Todo ese panorama me hipnotiza, me fascina, me acelera… me excita.
Hoy en especial me siento más excitado de lo habitual, tu cuerpo, tu rostro, estás hermosa, y esa capa de sudor en tu piel no hace más que atraerme hacia tu brillo como una abeja a su miel.
Mi mente comienza a perderse de la realidad del entorno, comienza a desvariar y a enseñarme imágenes de todo lo que podríamos hacernos los dos en ese parque. Miro hacia los aparatos de gimnasio, y te imagino apoyada en uno de ellos, con tus manos bien sujetas a la barra, y yo detrás de tu cuerpo, sosteniendo tus caderas y moviéndolas a voluntad porque estás tan penetrada por mí que no tienes control de nada, por eso solo puedes apoyarte y aferrarte con fuerza, de otra forma mis embestidas terminarían echándote sobre el aparato y recibiéndome de lleno sin que pudieras controlar que tan dentro te llega mi miembro.
Volteo a ver el área de juegos infantiles y mi mente se pervierte, si, y no lamento pervertirme, porque imagino ese sitio solo para nosotros, y te veo sentada sobre mí, ambos desnudos y balanceándonos en un columpio que va de atrás hacia delante, convirtiendo cada movimiento en una dosis extra de placer cuando mi pene se balancea también dentro de ti, rozándose, golpeándose con las paredes de tu húmeda vagina, arrancándonos un gemido cuando el columpio va hacia arriba, y regalándonos un jadeo de puro morbo cuando el columpio cae, y toda esa fuerza de gravedad se acumula en nuestros sexos, uniéndolos casi hasta el punto de fundirlos en uno solo. Y así continuar impulsándonos mientras mis manos te sostienen por la espalda y tú arañas la mía.
Pero mi mente se va hacia los límites del parque, y de pronto nos veo en la cerca que delimita el parque y lo separa de los departamentos que hay a un costado. Te veo de frente a ese alambrado, con mi cuerpo detrás del tuyo, con tus calzas en tus rodillas y mi short en mis tobillos, pegándonos una penetración que sacude la reja en cada empujón de nuestras caderas, tus manos y las mías bien aferradas al alambre, impulsándonos una y otra vez, con nuestros cuerpos luchando, porque mientras tú te empujas hacia atrás, yo te quiero clavar en esa reja. El choque de mi pubis contra el tuyo es brutal, y la fuerza es descontrolada, por eso poco a poco mi fuerza te empieza a empujar más y más hasta que tus pechos se aplastan contra la fría cerca, el contraste con tu cuerpo caliente te hace dar un grito, y todo lo que sale de tu boca mientras tenemos sexo es excitación pura para mí, así que sin pensar más, te bajo el top deportivo y dejo expuestos tus pezones, porque los quiero endurecer hasta su límite y chocarlos contra esa reja una y otra vez hasta que el orgasmo nos alcance y nos empuje tan fuerte como para traspasar hacia el otro lado sin tener que salirme de ti.
¡¡Uffff!! Es demasiado placer para solo imaginarlo.
Aprieto el paso…
Te alcanzo y te detengo…
“Te necesito…”
“Te quiero…”
“¡¡YA!!”
Continuará…